1 de noviembre de 2008


Nadie alcanza las metas con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces. Nadie recoge cosecha sin enterrar muchas semillas. Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega al puerto sin remar muchas veces. Nadie siente el amor sin probar sus lagrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas, nadie hace obras sin martillar sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar así mismo. Nadie llega a la otra orilla sin haber hecho puentes para pasar. Por esto nadie deja de cometer errores sin arrepentimiento, así danza esta vida y la forma precisa de saberla llevar, es levantarse después de cada derrota, cada sufrimiento y cada angustia.